El intendente de San Lorenzo, Leonardo Raimundo ha sabido convivir con varios escándalos a lo largo de su carrera. Y el narcotráfico y lavado de dinero también lo tocan de cerca. Sucede que, en 2011, el concejal Gustavo Oggero, quien en los próximos comicios buscará renovar nuevamente su banca con el apoyo del intendente (si la consigue pasará 20 años en el Concejo), fue el encargado de votar y defender una ordenanza de excepción para construir un inmueble de un valor varias veces millonario, curiosamente en manos de una empresaria de 21 años cuyas actividades económicas eran desconocidas.
El edificio estaba en Congreso y Vélez Sarsfield, y la empresaria se llamaba Flavia Zacarías, hija del narco condenado Delfín Zacarías. Las circunstancias eran tan anormales (no había ingresado a la Municipalidad un pedido de permiso para la obra ni había en ella cartel alguno) que generaron acaloradas discusiones, porque las concesiones que hacía el municipio eran muy importantes. Pero el oficialismo hizo valer su mayoría y, encabezado por Oggero, aprobó el edificio con los votos del mencionado, de Eduardo Ros, Claudia Moyano y Marcelo Roggi.
Incluso, según recuerdan concejales opositores de aquella época, los ediles oficialistas, liderados por Oggero, salieron a promocionar entre los vecinos de la zona las bondades que traería la construcción para la zona. Lo que no contaban los concejales era que, en realidad, el gimnasio que funcionaría en ese edificio colosal era sólo una fachada, y que allí se iba a montar un gigantesco laboratorio para fabricar cocaína, según informó el diario La Nación en su artículo del 21 de noviembre de 2016 de acuerdo con la investigación de la Fiscalía.
El acuerdo entre Raimundo y Zacarías que llevó a la aprobación de la excepción para construir el edificio incluyó que la hija del narco condenado apadrinara una plaza en el barrio Villa Elisa, de San Lorenzo. Todavía circulan algunas fotografías de la época donde Raimundo descubre una placa con el nombre de Flavia Zacarías en ese lugar.
El pacto también estipulaba que Zacarías se encargaría de la iluminación y del asfalto de 8 cuadras del barrio en cuestión. Zacarías no tenía problemas de liquidez y podía darse esos lujos para torcer voluntades.
En junio de 2018 Zacarías fue condenado. Había sido detenido el 5 de septiembre de 2013 en una casa de la calle Las achiras en Funes donde se cocinaba droga, los 300 kilos de cocaína y los dos mil litros de precursores químicos decomisados allí y las escuchas telefónicas que evidenciaban la negociación previa con los proveedores de esos líquidos. Junto con él fueron condenados también los miembros más estrechos de su familia. A su pareja, Sandra Marín, le impusieron 14 años de prisión por comercio de drogas. A sus hijos Flavia y Joel les dieron respectivamente 8 y 7 años como partícipes necesarios.
Con Zacarías caído en desgracia el proyecto nunca se terminó de San Lorenzo. Un elefante blanco sin terminar se levanta aún hoy barrio Villa Elisa de San Lorenzo. Mientras que ni Oggero ni Raimundo dieron nunca explicaciones claras de por qué habilitaron la construcción de un mega edificio en una zona donde eso no estaba permitido, con una empresaria tan joven que no tenía cómo justificar su abultado patrimonio construido con dinero narco.
